dulces y postres

Crema catalana (o crema quemada)

31.1.12

Crema catalana

Dos texturas, dos sabores. Es una delicia romper el caramelo con la cuchara y mezclarlo con una crema suave aromatizada con canela y cítricos. Si alguien tenía dudas después de ver la foto, seguro que ya habrá adivinado que hablo de la crema catalana (o crema quemada), un postre tradicional típico del Día del Padre.

Crema catalana

Hay quienes la asemejan a la crème brûlée (una variante francesa que se cuece en el horno al baño María, que se prepara con nata en vez de leche, que se aromatiza con vainilla y que utiliza azúcar moreno para la costra), pero lo cierto, a parte de la diferencia de sabor, es que la textura de la francesa es más similar al flan y la de la catalana se parece más a las natillas.

Crema catalana

Además, es ideal para aprovechar yemas que sobren al preparar otros postres que requieren solo claras, como las mousses, los merengues, los sorbetes o la glasa para decorar galletas.

Crema catalana

Rica, barata, rápida y sencilla... ves cogiendo una cuchara, porque esta receta lo tiene ¡¡tooooodo!!

Ingredientes (para cuatro personas):
500 ml de leche
4 yemas de huevo
25 gramos de fécula de maíz (la clásica Maizena)
75 gramos de azúcar + cuatro cucharadas para quemar
1 rama de canela
Piel de un limón

Elaboración:
Pela un limón, con cuidado de coger solo la parte amarilla (la blanca, amarga). Yo, en este caso, le puse piel de mandarina porque no tenía limones. Echa 350 ml de leche en un cazo junto con la rama de canela y la piel de limón. Ponlo al fuego a temperatura media, vigilando para que no cueza y se salga.


En una jarra echa las yemas de huevo, 75 gramos de azúcar, los 150 ml de leche que han sobrado y la fécula de maíz (o harina de maíz, la clásica Maizena, sea de esta marca de cualquier otra). Bate con la batidora hasta que esté todo integrado y sin grumos.


Cuando la leche del cazo rompa a hervir, retírala del fuego y añádela a la mezcla anterior a través de un colador, sin dejar de remover con unas varillas hasta que la mezcla quede homogénea.


Vuelca el contenido de la jarra en el cazo vacío y ponlo a fuego medio-bajo (yo lo puse a 4 sobre 10). Sin dejar de remover con las varillas, deja que suba de temperatura sin que apenas cueza (se puede "agarrar"), hasta que adquiera la consistencia de una crema. No hay que dejarlo demasiado espeso, porque espesará un poco más al enfriarse (es una textura similar a las natillas).


Echa la crema en cazuelitas de barro o en unos cuencos y deja que se temple a temperatura ambiente. Guarda en la nevera hasta el momento de servir.


Cuando lo vayas a llevar a la mesa, espolvorea cada cazuela con una buena cucharada de azúcar y quémala con ayuda de un soplete o una plancha.


Debe quedar una capa de caramelo tostado y crujiente en la parte superior.


¡¡Irresistible!!


*A este tiempo hay que sumar lo que tarda en enfriar. Lo ideal es dejarla que repose unas horas para potenciar el sabor y asentar la textura.

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