Limpia y seca bien los calamares, dejando los tubos por un lado y las patas y aletas por otro. Si no lo has hecho nunca, aquí puedes ver cómo limpiar calamares. Pica las aletas y las patas y reserva. Para cocinar el relleno, pica la cebolla y pon a pochar con dos cucharadas de aceite y una pizca de sal en una sartén a fuego bajito. Añade los ajos machacados o exprimidos. Pica el pimiento y, cuando la cebolla empiece a transparentar, añade a la sartén. Pela (o lava y seca) el calabacín y corta en dados. Cuando el resto de verduras estén blanditas, incorpora al guiso.

Cuando esté todo bien rehogado, añade el vino blanco y el caldo de verdura (si no tienes, echa agua y una pastilla de caldo de verdura). Cuando haya evaporado un poco, añade el tomate pelado y picado muy fino (o natural triturado). Debe estar bien maduro, para que se deshaga en seguida. Cuando esté ya con textura melosa, añade las aletas y patas de calamar picadas. Prueba y ajusta la sal. Prepara los tubos de calamar.

Reserva 3-4 cucharadas del relleno. Rellena los calamares con la mezcla. Si no quieres que se te salga nada de relleno, puedes poner un palillo en la boca, aunque con el calor, ésta se va cerrando sola. Eso sí, no los llenes demasiado porque el calamar encoge. Marca en la sartén durante unos minutos, lo justo para que pierdan el color crudo. Añade a la sartén el relleno que habías reservado y un chorrito de agua. Deja cocer un par de minutos y saca los calamares. Espera a que la salsa reduzca, con cuidado de que no se agarre.

Echa la salsa en el vaso de la batidora y tritura. Añade un chorrito de agua a la sartén y pon a calentar. Desglasa todos los restos e incorpora al vaso de la batidora. Tritura. Emplata poniendo una base de salsa y, sobre ella, los calamares. Espolvorea con perejil picado.